Dentro de pocos días cumplo dos años en mi último puesto de trabajo. Parece que fue ayer cuando comenzaba el reto, pero ya han pasado dos años. Dos años intensos, de adaptación a un nuevo oficio, de aprendizaje sobre la marcha y sobre todo de mucho, mucho curro, que incluye unos cuantos fines de semana en el tajo y bastantes horas extras realizadas (y no remuneradas). Además, me paso casi tres horas al día en el transporte público para ir y venir.
La verdad es que, después de dos años, no puedo decir que me apasione mi trabajo. Es exigente en términos de productividad, el mundo de la contabilidad no es que sea precisamente el colmo de la creatividad tampoco, el nivel de responsabilidad y decisión no se corresponde con mi categoría profesional, tengo varios jefes (con todo lo que eso conlleva) y el ambiente de trabajo es mejorable. Tengo todo lo malo de los dos modelos laborales básicos, trabajo por objetivos con deadlines muy definidos pero sin retribución variable ni las ventajas de horarios flexibles y entorno de trabajo agradable al estar como personal fijo de la empresa cliente.
Por otro lado, este trabajo me ha dado el convencimiento de que no soy un inútil (en algún momento oscuro lo llegue a pensar) y de que, hasta ahora, he podido afrontar este reto con cierto éxito, dentro de lo que cabe. También he conseguido una relativa estabilidad de ingresos que me permite una cierta tranquilidad en cuanto a la satisfacción de mis necesidades básicas y un techo donde vivir, aunque, de momento, no sea un techo en propiedad.
Poniendo todo esto en la balanza encaro el futuro. Ahora mismo no me ha dado tiempo siquiera a pensar en que voy a hacer. El poco tiempo libre que tengo lo uso casi siempre para descansar y solo miro, como mucho, una semana por delante. Formación complementaria u otras zarandajas, ni siquiera me lo planteo. He entrado en una dinámica de no plantearme los porqués, simplemente actuar, cumplir para luego cosechar. Simplemente eso.
La lógica dictaría buscar otra cosa si no estás a gusto, pero con la lógica no se paga el alquiler a fin de mes ni se compra en el Mercadona para toda la semana. Además, a ciertas edades como la mía, estas decisiones son estructurales, no meras coyunturas, y no estamos para muchos experimentos. ¿Quien me asegura que en otro trabajo voy a estar mejor?. La edad te hace ser conservador. Y cuando algo te cuesta mucho conseguir, tiendes a respetarlo y pegarte a él como una lapa en vez de llenarte la cabeza de pájaros.
En cualquier caso, todo este planteamiento se podría venir abajo con cualquier cosa inesperada que pase, tanto a peor como a mejor. Nunca sabes que va a pasar. Y como siempre se vive con esa incertidumbre, lo mejor en estos momentos es no hacer demasiados análisis de situación. Como diría aquel, Dios proveerá, y si no provee, ya proveeremos nosotros ...
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