Mi vieja guitarra
Ha pasado mucho conmigo. Más de 20 años. Se nota que no está fina. Ni afinada. No son buenos tiempos, ni para ella, ni para mí. Le faltan cuerdas, está sucia, llena de polvo y con esa tristeza que da el olvido y la vejez. Yo tampoco estoy mucho mejor, he perdido feeling y mis dedos han engordado. Son malos tiempos para la lírica.
Ayer la bajé del trastero y me protestó porque hacía mucho mucho tiempo que no le hacía caso. Tenía razón. No la engañé con otra, pero la olvidé. Atrás quedaron tiempos felices de botellones campestres donde era el centro de atención, de ensayos divertidos con mis amigos y de momentos íntimos donde, a veces, llegaba esa magia que hacía que disfrutara mucho acariciandola. Todo eso pasó.
Quiero recuperar la relación. Va a ser muy dificil, porque ni yo soy el mismo ni ella me quiere igual. De momento, hasta que me perdone, voy a limpiarla y a comprarle unas cuerdas. A una mujer siempre le gustan los regalos.
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