De afeitados y mantenimientos
Aunque siempre he sido de afeitado húmedo, la verdad es que me he acostumbrado bastante bien a la afeitadora eléctrica que la Sra. Bedel me regaló estas navidades. Y eso es toda una sorpresa, con lo aversivo que soy a los cambios.
La verdad es que la maquinita está bastante bien. Es cómoda de usar, sin cables y eficiente (siempre he sido tirando a barbilampiño y aunque no me afeite en una semana tampoco la máquina sufre mucho). Eso sí, los dos o tres primeros días de uso se me puso la cara como un tomate, pero con los correspondientes aftershaves la cosa no pasó a mayores.
Solo hay dos cosas que echo de menos en las gillettes azules de toda la vida: que no las tienes que recargar y, sobre todo, que no las tienes que limpiar. Y es que el mantenimiento rutinario de la Philipshave se las trae. Semanalmente hay que abrir el invento y compruebas que la barba que desaparece de tu cara no se desintegra sino que se deposita en la maquinita. Y con el cepillito y mucha paciencia, te tiras tus buenos 20 minutos limpiando el adminículo.
Me voy a limpiarla, que hoy toca.
Etiquetas: afeitadora, phillipshave
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