Las piscinas y yo
Llevo años sin ir a una piscina. Y eso que tengo una bien hermosa debajo de casa, con su agua azulita y su cesped bien cuidado. Cuando el calor aprieta, lo suyo es acudir al reparador chapuzón, pero cada vez que me lo planteo hay una vocecita, cabrita ella, en mi cerebro que me dice que las piscinas no están hechas para los gordos, y que sería una vergüenza absoluta mostrar mis idems al fibroso y estilizado personal bañista. Y voy yo y me creo a la vocecita. Y así estamos. Hay que jodense.
Etiquetas: desencantos
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