07 diciembre 2007

Cuando paga el jefe

La comida de Navidad del trabajo es el momento idóneo para pedir esos platos que están reservados normalmente a momentos muy determinados del año, como puede ser alguna boda, algún cumpleaños o algún evento especial. Es lo que tiene ser currito por cuenta ajena, que homenajes gastronómicos, los justitos, así que hay que aprovechar si el jefe se estira y te invita a un restaurante decente.


Una vez claro que paga el jefe, no miras a la parte derecha de la carta, donde vienen los precios, sino que directamente te centras en tu elección y sueles elegir lo que más te apetece, aunque sea un Chuletón que no cabe en el plato por unos módicos 30 euros, o un cogote de merluza de 35 machacantes. En ocasiones puntuales, cuando la relación con el jefe no pasa por su mejor momento, te pides el plato más caro y extravante de la carta, por eso de jorobar un poquito, pero vamos, de momento no me ha hecho falta optar por esa estrategia.

El caso es que hoy me he puesto las botas. Las comidas de navidad de la empresa son las únicas que duran cuatro horas. No estoy acostumbrado yo a estos dispendios.

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