12 abril 2008

Lo bueno y lo malo de la contraclave

Ayer por la tarde salí del trabajo con una maleta entera de papeles para trabajar en casa este fin de semana. Y no es una metáfora, es la puñetera verdad, una maleta llena de papeles para contabilizar. Cuando algún compañero despistado me preguntaba donde me iba de viaje este fin de semana con esa maleta, yo le decía, con una amarga sonrisa, a ver a mi amigo Luca Pacioli. Los chascarrillos de los contables no dan para mucho más, que le vamos a hacer.

Resumiendo, por culpa de los malditos deadlines, otra vez un finde de sufrimiento.

Pero ha ocurrido una cosa que puede cambiar todo. Y es que al ir a actualizar el programa de contabilidad en mi casa, evidentemente con el CD del trabajo (no estoy para dispendios), me dice que nones, que necesita una contraclave. Y yo no tengo contraclave. Mi reino por una contraclave. Maldita contraclave.

Como en casi todo en esta vida, la situación tiene un yin y un yang. Lo bueno es que seguramente no podré trabajar este fin de semana, lo cual supondrá dos días de descanso y ocio. Lo malo, ya os lo podéis imaginar, es la crisis que voy a vivir la semana que viene, adelantada mañana por la tarde en mis ya famosos domingos de asfixia. Va a ser muy heavy.

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