Resignación abstemia

Ayer salí. No pasé un buen día y necesitaba reirme un poco, o al menos distraerme. Ya han vuelto todos mis amigos de vacaciones y quedamos a las cañas y tapas de rigor. Yo, como siempre de un tiempo a esta parte, con mis cervecitas sin alcohol. No me gustan mucho, la verdad, pero no se me ocurren muchas más cosas que pedir que no tengan alcohol.

Ya se que beber es malo y en mi caso mucho más, pero me gustaría pillarme un día un buen pedal, mamarme como un piojo, como lo hacía antaño con mis amigos. Tampoco emborracharme como un lechón en un botellón. Simplemente coger el puntillo. Tomarte tres o cuatro copas.

Sé que es una sensación de falsa felicidad, un contrato temporal de alegría ficticia que dura poco y tiene efectos secundarios, pero en momentos de crisis, uno firma lo que sea.