Sabado de contrastes
El sábado está pasando sin pena ni gloria por estos lares. Está nublado en la meseta y comienza a hacer un pelín de frio y lluvia. La tarde es aburrida, y yo tampoco hago demasiado por mejorarla. Música de fondo, chateo y lectura blogosférica a mansalva. Menos da una piedra.
Por lo menos esta noche salgo a que me de el aire. Voy a una cena en casa de unos amigos, osea, a un evento. El ágape se instituye para celebrar la inauguración de la casa de los susodichos.
Es muy curioso como vamos cambiando con la edad. Antes, es decir, cuando eramos jóvenes, ibamos a casa de nuestros amig@s con las manos vacias. No hacía falta llevar nada, porque nadie llevaba nada. Tampoco es que hubiera mucha pasta, pero, como mucho, se ponía un bote in situ para comprar lo que fuera.
Ahora, sin embargo, hay que llevar algo, así en plan regalo. Un detallito, de buen rollo. El aburguesamiento es lo que tiene. Y a mi me parece bien, que conste, pero no deja de ser curioso. Un convencionalismo más que impone la edad adulta.
El obsequio son unas botellas de vino, no precisamente peleón. Me opuse a comprar una única botella más cara. No somos tan snobs. Mejor elegir 3 o 4 botellas buenas pero normalitas, más que nada para que no dé cargo de conciencia beberselas.
En fin. Pero no todas las costumbres se han perdido. Nos reunimos a ver el fútbol. Un respeto a las tradiciones :-)
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