Un post que no dice nada
Hay días, como ayer por ejemplo, que posteas sin parar porque surgen temas y noticias por doquier, y días, como hoy por ejemplo, en los que tengo el encefalograma plano y no me queda más remedio que resignarme a mi suerte. Estos últimos, días inciertos y grises, suelen venir acompañados por cierto desanimo vital. En el fondo todo tiene su explicación, pero lo dejaré estar, para salvaguardar el espíritu moderadamente optimista al que aspira este blog. Se que este post no va a ser el mejor de la bitácora, más bien todo lo contrario. Ni si quiera creo que sea comentado en absoluto. Lo más lógico que debería hacer es borrarlo ahora mismo sin publicarlo. Pero lo publicaré. Coherencia obliga.
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