Indignidad
Una de las cosas más indignas que le puede sudecer a un hombre es que se le rompa el pantalón y esté lejos de su casa para ponerse otro. Si esa rotura, para más inri, se encuentra entre la bragueta y la entrepierna y no es muy fácil de disimular, la cosa se complica hasta límites insospechados.
Sí, es lo que ustedes piensan ... esto me ha ocurrido hoy en el trabajo. El incidente sobreviene y tras oir el característico chasquido de la tela rompiendose hasta el corvejón, te das cuenta de que la tarde se te va a hacer muy larga.
Ante la deriva de los acontecimientos y la imposibilidad manifiesta de acercarme al Corte Inglés a comprarme uno nuevo, decido con gesto circunspecto aguantar el chaparrón de la manera más digna posible, es decir, no levantándome del asiento para nada, cosa que me costó bastante, dicho sea de paso.
En el trayecto de vuelta también tuve que usar toda mi picaresca para tapar la zona afectada de miradas descarriadas de transeúntes y viandantes.
Mañana me llevo al trabajo un kit de supervivencia de la Srta. Pepis, con dedal, aguja e hilo incorporados.
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