Mi primera televisión
Este fin de semana Televisión Española, esa tele que pagamos todos y que siempre tiene unos déficits del carajo, celebra el 50 aniversario del inicio de sus emisiones.
[Modo Abuelo Cebolleta ON]
Aprovechando el magno evento, voy a tirar de neuronas para retrotraerme en recuerdos televisivos. La primera televisión, que es como tu primera colonia Chispas, de la que tengo constancia en casa fue una Thompson de blanco y negro (of course), con cuatro botonazos grandotes (para el volumen, el tono, el brillo y el contraste) y seis botoncitos para los canales (de los que solo usabamos los dos primeros, claro). Era un armario empotrado que pesaba un huevo y que se veia regular y se oía peor. Mi padre, que era un adelantado a su tiempo, nos utilizaba a mi hermano y a mí como mandos a distancia humanos.
Visto con perspectiva histórica era un aparato modesto, pero mi hermano y yo nos pasabamos las horas muertas mirando la carta de ajuste y esperábamos con impaciencia la emisión de tarde (sí, ahora parece increíble pero las emisiones la cortaban después de comer y no volvía hasta las 5 y media o las seis), y veíamos más contentos que todo "Un globo, dos globos, tres globos" (la luna es un globo que se me escapó), dibujos animados de Hanna-Barbera, Los payasos de la Tele y el un, dos, tres de Kiko Ledgard. En cuanto llegaban las 9 y media, y si aparecian rombos (aunque fuera solo uno), a la cama.
[Modo Abuelo Cebolleta OFF]
La televisión para nosotros era lo máximo. Será porque la administraban en dosis pequeñas. Hemos sido la generación de la tele y eso ya te acompaña el resto de tu vida. Siempre lo he dicho, después de la lavadora, el electrodoméstico más importante de una casa.
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