27 abril 2009

La paranoia de la pandemia

Donde antes solo oías el traqueteo del tren o el metro, ahora hasta la más mínima tos o estornudo en el fondo del vagón hace que nos giremos y escrutemos de arriba a abajo al potencial sospechoso. Si el síntoma se repite un par de veces más y tenemos la mala suerte de que el perjudicado se sienta al lado nuestro, cambiamos de sitio inmediatamente, o nos parapetamos tras el periódico. Si antes nos lavábamos las manos un dos o tres veces al día, ahora acabamos con el repuesto diario de jabón líquido del baño del trabajo. Si paseando por la calle oímos un acento que se pudiera parecer al mexicano, cambiamos inmediatamente de dirección y aumentamos la velocidad de paso. Vetamos inmediatamente cualquier producto que derive del cerdo. Nos pasamos horas buscando en Internet información sobre la alerta mundial del el H1N1, evitamos los aeropuertos, los sitios concurridos, los hospitales y las embajadas.


Imagen: EFE y El Mundo

Si te reconoces realizando alguna de (o en el peor de los casos todas) estas cosas, lo más seguro es que no contraigas la gripe porcina, enhorabuena, pero te vas a estresar cosa fina. Welcome to the paranoia world.

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