El verano más triste
Salíamos tempranito, casi al alba, pero muy contentos. Ir al pueblo de vacaciones, aunque no fuera más que una semana (tenía que estudiar para los exámenes de septiembre) era sinónimo de diversión, de juerga, de alegría. Eran las fiestas y nos gustaba mucho el ambiente, los amigos del verano, las tradiciones rurales, etc. Muy estilo Alcántara, cierto, pero era lo nuestro. Lo preferíamos a ir a la playa.
Fue nada más llegar, en el portal de la casa castellana, vieja pero recia, que vio nacer a mi abuela y a mis antepasados. Allí ocurrió, de sopetón. Salí corriendo a buscar al médico del pueblo, que enseguida mando trasladarla al Hospital en la capital. Unas pocas horas después entrábamos en el tanatorio. Fue el día y el verano más triste de mi vida. De hecho, los veranos en el pueblo a partir de ese momento ya nunca fueron lo mismo. Pasaron muchos años hasta que volvimos a pasar unos días allí en verano, los recuerdos te impedían disfrutar. Este año tampoco voy.
Fue tal día cómo hoy, hace 16 años. Como la memoria es selectiva, cada vez lo recuerdo peor, pero no hay día que no la recuerde a ella. TQM, Mamá ...
Etiquetas: desencanto, pueblo, tristeza, verano
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