02 septiembre 2004

El Penalty

Era la final del trofeo de verano del pueblo. Llevabamos todas las vacaciones pensando en ese partido. Era nuestro partido. A los 10 años ese partido era para mí mucho más importante que la final del mundial. Nos vendría a ver todo el pueblo (chicas incluidas) y había que ganar como sea. Y yo era el capitán del equipo.

Perdemos 1 a 0 en el descanso, pero no nos amilanamos. Salimos con garra en la segunda parte y conseguimos empatar con mucho sufrimiento. El partido estaba acabando. Cuando quedan 5 minutos, Penalty a favor de nuestro equipo. Todos abrazándonos y jolgorio en el graderio. El tema era ahora quien cogía esa responsabilidad. Nadie se decidía a coger el balón. Yo tampoco me atreví.

Miramos al entrenador y con las dos manos levantadas y los dedos extendidos dicta sentencia. El número 10. Y yo era el 10. Cogí rápido el balón y sin mirar al portero lo puse en el punto fatídico. En ese momento dejé de oir el griterio a mi alrededor. Me concentré. Sabía como tirarlo. Fuerte a media altura y a un palo. No podía fallar. Cogí carrerilla y disparé.



No recuerdo mucho más a partir de ese momento. Solo que me quedé mirando a la portería con un sentimiento de soledad infinita mientras jugadores del equipo contrario daban saltos de alegría y felicitaban al portero rival.

Perdimos el partido. Estuve dos días sin querer salir de mi habitación. El fútbol es así.