Jugando en regional
Paseandome ayer por el FNAC (suelo hacerlo de vez en cuando, ya que tengo dos horas para comer), me topé de bruces con el segundo libro escrito por una compañera mía de la facultad que ha llegado muy alto en esto del business. Se lo merece y me alegro por ella.
Y me alegro de verdad. No soy un ser envidioso, pero según ojeaba la contraportada y veía la foto de mi compañera y su abultado curriculum, no podía quitarme de mi cabeza la sensación de fracaso laboral andante. Ese vacío que te entra cuando sabes que has tenido una oportunidad de triunfar en lo tuyo pero que, pese a estar capacitado, por pecados propios y ajenos nunca lo conseguirás. Ya pasó el tren. Y no volverá a la estación.
Darse cuenta de esto es duro, y cuesta asimilarlo. Al final he tenido que reciclarme para sobrevivir en algo que no me gusta especialmente y en donde tampoco me pagan mucho que digamos. Eso sí, me dejo la piel todos los días para mantenerlo. En el fondo, también soy un ganador, pero de liga regional. Nunca jugaré en primera división. Me he apuntado al club de "ganarás el pan con el sudor de tu frente".
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