04 octubre 2006

Sustos mañaneros

Hay pocas cosas que me hagan más gracia cuando salgo por la mañana a trabajar que bajar en el ascensor y que éste se pare en un piso intermedio a recoger a alguien. Abren la puerta con total tranquilidad y se encuentran a mi humanidad de traje y corbata ocupando más de la mitad del receptáculo ascensoril. Se pegan unos sustos del quince. Especialmente una chica que ya será la tercera o cuarta vez que tiene una arritmia por mi culpa. Que aspecto más patético debo tener por las mañanas para provocar esos estados catatónicos en el vecindario ...



Eso sí, de affaires erótico-festivos atrapados en el ascensor, nada de nada, faltaría plus ...