30 noviembre 2006

Comida de empresa

Mañana día 1 de Diciembre tengo la tradicional comida de Navidad de mi empresa. Como comentábamos ayer en el blog de Lunax, todo lo relacionado con la Navidad cada año empieza un poquito antes. Y es que vamos a acabar celebrando la navidad en Octubre a este paso. A mi plin ...

En cualquier caso, la comida de empresa no tiene muchos misterios. Se repiten año tras año las rutinas y costumbres propias de este evento. Tiene sus cosas buenas y sus cosas menos buenas, como todo. Entre las primeras, que paga el jefe (muy importante), que te sueles poner las botas (en calidad más que en cantidad, porque el restaurante suele ser acorde a la nómina de tu jefe, no a la tuya, y eso se nota), y que normalmente tienes la tarde libre (yo es que los viernes por la tarde trabajo, debo ser uno de los pocos en este país). Hay una ventaja adicional, y es que como yo trabajo fuera de la oficina (outsourcing forever), no me llevo mal con ningún compañero, con lo cual el hecho de comer con ellos no me supone ningún mal rollo de partida.



Como inconvenientes principales, a parte de no poder desbarrar ni mamarte como un piojo (porque están tus jefes y mañana te puedes arrepentir) lo que peor llevo es el inevitable "amigo invisible". Si ya de por si es jodido ser original, con la gente de tu trabajo además hay que ser "políticamente correcto", no es plan de regalar a tu jefe, pongamos por caso, un Big John Doll, que seguro provoca la hilaridad de tus compañeros, pero corro el riesgo de volver a hacer una visita al Señor INEM ... El año pasado, corroborando mi mala suerte, me toco mi jefe supremo. Pasé el trago regalándole una botella de vino y unos adminínculos de cata muy monos (y caros). Este año me ha tocado la secretaria, y la verdad es que he optado por lo facilón (no me apetecía romperme la cabeza), un set de aseo con sales minerales, jabón de marsella y otras chuminadas, eso sí, todo muy mono y muy bien puesto.

En fin, mañana os cuento que tal me ha ido.