Comensales solitarios
Creo que no hay cosa más aburrida que comer solo en un restaurante. Si por cualquier casual no llevas música o lectura, el hecho de pasarte 45 minutos sentado delante de dos platos y postre puede ser gravemente tedioso. Sí, siempre puedes mirar a los otros comensales y pensar que ellos están tan solos como tú, pero eso tampoco consuela en exceso. No te atreves a decirle a la chica de enfrente "comemos juntos", porque siempre he sido de natural tímido y, además, no vaya a ser que espere a un bigardo de dos metros y tengamos jarana.
Así que, a falta de mejores cosas que hacer, te dedicas a fotografíar tu comida. Tristísimo. Ensalada campera de primero, canelón de espinacas de segundo y tarta de chocolate (light) de postre (por lo menos me permito un capricho, el yogurt natural sería demasiado castigo). Y no solo fotografías tu comida, sino que fotografías los platos vacíos una vez engullido el producto ofrecido. Apasionante.
Así que ya sabéis, compañer@s del metal, si mientras estáis comiendo en un restaurante del centro de la meseta veis a un comensal entrado en kilos, con gafas y traje sacando fotos a un potaje de garbanzos o una dorada a la sal, hay muchas opciones que sea el que suscribe. Avisadme, y así por lo menos no como solo ...
Etiquetas: restaurante, soledad, timidez
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