Recluta patoso
Esta tarde, como iba fuera del horario de visitas, he tenido que colarme en La Paz para ver a mi tía que ha tenido un accidente y la han tenido que operar. Afortunadamente ya se está recuperando. Después de una buena temporada siendo asiduo de ese hospital (como visitante diario, no como paciente), me conozco todos los trucos y no es nada difícil colarse sin pasar por los tornos y las consabidas tarjetas de visita azules.
El caso es que luego hemos picado algo con algunos familiares en el McDonals que hay al lado del hospital. Ya cuando había terminado y presto a largarme para volver al trabajo me pongo mi abrigo sin mirar atrás y CHOOFFFFF ... tiro a tomar por saco un refresco gigante de naranja que llevaba un chaval en una bandeja detrás de mí.
En esos momentos, cuando te mira todo el establecimiento con cara de "mira la que ha liado este imbécil", es cuando te sientes totalmente un recluta patoso y se te viene el mundo encima, teniendo en cuenta lo mucho que valoro pasar desapercibido. Tardé 5 segundos en reaccionar mientras el agraviado me miraba con una cara de cabreo considerable. Después de las consabidas disculpas y ofreciéndome a pagarle otra bebida, que el tipo no aceptó, me despedí rápidamente y salí echando leches del local, sin esperar siquiera a que la empleada lo limpiara.
Hay momentos en que te sientes tan ridículo que el cuerpo te pide salir escopetado. Y sales, vaya que si sales ...
Etiquetas: la paz, mcdonals, recluta patoso, sentido del ridiculo
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