Valorando la normalidad
Amanece el último domingo de noviembre en la meseta. Frío pero despejado. Estoy en casa, en pijama, calentito, bajo techo, desayunado y con una jornada de asueto por delante. La Sra. Bedel y el perrón estarán conmigo todo el día. Tengo mi pack de ocio preparado: mis teclas, mi dospuntocerismo, mis divx, mis mp3, mis libros, mi Wii, mi teclado y mi guitarra. Comeré en casa de mi progenitor con mi familia y por la tarde no haré gran cosa hasta que la asfixia, mi amiga itinerante, venga a hacerme su visita semanal. Mañana iré a trabajar y cobraré la nómina y (espero) media paga extra que me llegará, justita eso sí, para seguir viviendo y pasar las navidades sin estrecheces.
Un domingo cualquiera, sin mucha historia en principio, pero que guarda en su normalidad la esencia de eso que podríamos llamar gotas de bella y efímera felicidad. Y es que todos tenemos problemas y desencantos, y yo soy el primero en publicitar detalladamente muchos de ellos en este foro (otros me los guardo porque son muy míos), pero hay momentos en los que te das cuenta que también tienes otras muchísimas cosas que no se valoran por ser rutinarias, por estar siempre ahí, pero Ay! como te falten. Comparas y ves que algunos están mejor que tú, pero que otros muchos están peor, mucho peor y desearían disfrutar esta normalidad, estar donde tú estás y hacer lo que tú haces.
Nos cuesta mucho valorar la normalidad, es consustancial al género humano. Siempre queremos más y nunca estamos satisfechos. Pero que no pase nada y que las cosas no se tuerzan más de lo razonable, es en sí mismo una gran noticia. Hoy es uno de esos momentos. Hago balance, una fotografía vital, y veo que no estoy tan mal como a veces pregono. Sí, hay muchas cosas que mejorar y problemas serios (más de lo que parece) que sacar adelante, pero las bases para hacerlo están puestas. Y lo importante es eso, la estructura, la posibilidad de solucionar las cosas. La coyuntura es voluntarista y depende de otros factores menos importantes. Lo mollar es el armazón, la base. Y la base ahí está, preparada para aguantar el impulso.
PD: Este post se sale de la norma, pero para un domingo que me levanto optimista, tenía que aprovecharlo :)
Etiquetas: encantos, normalidad, reflexiones
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