08 mayo 2010

Amaneceres terapéuticos

Ya lo he comentado alguna que otra vez, pero hoy me apetece volver a escribirlo. Cada vez me gusta más contemplar los amaneceres. Evidentemente la palabra contemplar elimina directamente los días laborables, me refiero a los días de asueto, las vacaciones y los fines de semana. La situación es diametralmente opuesta. Cuando vas a trabajar no tienes tiempo de nada. Todo son prisas y vas de un lado a otro con cara de mosqueo como un robot, ducha, vestirse, sacar al perro, desayuno urgente, salir pitando para el autobus ... rápido, rápido, rápido. Prácticamente ni te das cuenta de que está amaneciendo.

Pero el fin de semana es otra cosa. Los bioritmos me despiertan al alba, y todo cambia, todo se ralentiza. Café recien hecho, musiquita tranquila, sales al balcón y respiras hondo. Nadie en la calle, solamente los sonidos de la madrugada. Y puedes elegir reflexionar sobre tu circunstancia, pensar en tus cosas, o bien no pensar en nada, electroencefalograma plano. Y, casi siempre, te vuelves a dar cuenta que por muchos problemas que tengas, que los tienes, la vida sigue adelante y tu sigues andando el camino. La terapia del amanecer es lo que tiene ...

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