16 febrero 2013

Y aquí seguimos, porque hemos venido

Días complicados a este lado del río Missouri, queridas acólitas y desencantomaníacos. Toda la semana sin postear porque, la verdad sea dicha, llegas tan cansado del curro que ni ganas se tienen. Tampoco muchas ideas, reconozcámoslo. Y ánimos, los justitos. Los deadlines, las labores propias de mi oficio (con poco beneficio) y mis disyuntivas vitales variopintas me absorben tanto que llego con electroencefalograma plano a casa. Y me pongo a ver la tele y a tuitear chorradas de bizarrismo televisivo, cómo Grandes Hermanos, Hermanos Mayores y otras mierdas hierbas acabadas en Shore, y claro, se me pasa el arroz. Y enseguida me entra sueño, mucho sueño, porque el despertador suena a horas muy suyas.

Pero lo cierto es que, independientemente de lo anterior, tampoco es que tenga nada muy nuevo que deciros en cuanto a mi cotidianidad estos días. Ha sido una semana que se me ha hecho larguísima, que parecía no tener fin. Vida cadenciosa y sin pensar, que dirían los irregulares pero entrañables Gabinete. Sí, la actualidad ha deparado algunos temas que podrían haber sido carne de post, pero me ha dado pereza. Ha habido fútbol y lo he visto en los feeds de Internet (bueno, si se puede decir ver a que se te congele la imagen tropecientas veces). Un Madrid voluntarioso pero ramplón y con falta de gol empató a uno con el Manchester United en la idea de octavos de la Champions. Lo veo chungo. También me he desayunado todos los días con monográficos sobre corrupción de todos los partidos políticos (Barcenas y sus amiguitos), con las declaraciones de la renta de nuestros trencillas (ganan en un año lo que yo en 10, o en 20, y eso solo es lo que declaran, vete a saber luego con las gabelas) y en todo tipo de noticias pesimistas de la #putacrisis. También ha dimitido el Emperador Palpatine, Pistorius se ha vuelto loco y ha caído un Meteorito que te cagas en Rusia. Vamos, que ha estado animadilla la semana informativamente hablando, pero no tanto como para que dedicara un post a nada.

Y también ha sido San Valentín. No soy demasiado de celebrarlo, pero este año especialmente ha pasado sin pena ni gloria.

Y aquí seguimos, porque hemos venido ...


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