Mañana de jueves rara

Estar solito en casa un día laborable, aunque sea por enfermedad leve, es una sensación rara para mí. En los casi cuatro años que llevo en mi actual curro he faltado muy poquitos días, y la verdad es que descoloca. Hasta el perrón, acostumbrado a estar solo a estas horas, está descolocado.

Estoy en pijama, en silencio, sin poner la tele, con las cortinas echadas, solamente con el eco de las teclas retumbando en el salón y con una rara sensación de pérdida de tiempo, de que debería estar aprovechando un poco más este día que la fiebre me ha regalado.

Al final ha sido un fifty-fifty. Mitad procrastinación, mitad aprovechamiento. Aunque sé que no debería, he trabajado un poquito (más que nada para quitarme el sentimiento de culpa) y he hecho un par de gestiones bancarias que tenía pendientes (que gran invento es la banca electrónica). Eso sí, cuando he acabado me he enchufado el Sacrosanto Spotify y estoy dejándome llevar por el dospuncerismo.

Con casi toda seguridad mañana volveré a trabajar. Me quejo mucho del curro pero si hubieran muchos días como éste volverían a mi mente otras épocas mucho más oscuras y desencantadas, y no es plan.