La secta de los paseantes de perrones
Últimamente me estoy dejando engatusar (o mejor dicho, emperronar) por la secta de los paseantes de perrones de mi barrio. Y reconozco que no es una situación que hasta este momento me haya simpatizado en exceso, pero me he visto forzado a ceder después de un sesudo estudio de la situación.
Hasta hace muy poco mi dinámica para sacar al perrón era siempre la misma, armarme de ganas (no me gusta sacarlo, que le voy a hacer), pillar los cascos y aislarme del mundanal ruido. Nunca he sentido la necesidad de socializarme demasiado con otros dueños de perros. Dicen que se liga mucho, pero yo ya estoy ocupado, además si fuera tan fácil ligar con un perro, no existirían ni el match.com ni las agencias matrimoniales :-). Si eres feo no te salva ni un cachorro de Alsaciano :-)
En definitiva, me gusta oir mi musiquita, mi radio o mis podcast mientras voy con el perrón, pero de hablar con los dueños, nada de nada. Incluso intento evitarles. Se me podrá tachar de huraño y de antipático, pero me da muchísima pereza ponerme a hablar con otros dueños o dueñas sobre las caquitas, las enfermedades perrunas, el tiempo o las vacaciones. Prefiero los cascos, que le voy a hacer.
Pero el caso es que en estas vacaciones me estoy rindiendo a la evidencia. Si no puedes con el enemigo, únete a él. Y es que la secta es muy perseverante y no ceja en el empeño de que me una. Es muy complicado conseguir aislamiento. Primero, porque en el parque donde sacamos al perrón hay tropecientos perrones. Incluso en verano, siempre te cruzas con 6 o 7, y es muy estresante salir a sacar al perrón evitando a todo el mundo. El perrón no conoce de mi animadversión a las charlas de dueños y claro, cuando ve a otro perrón, una de dos, o se pelea con él o juega con él. Y tira de la cuerda en ambos casos. Es difícil no acercarse.
Segundo, porque mi contraria, valga la redundancia, es contraria a mí en esto de socializarse con otros dueños y es socia de honor de la secta, con lo que los otros dueños me conocen, porque conocen al perrón, y porque mi contraria se encarga de darles un completo informe sobre el que suscribe. Y la consecuencia es que directamente van a por mí. Van a por el perrón y de paso a por mí. Y claro, si te hablan tienes que apagar la música. Y la apagas. Y hablas.
Y tercero, y no menos importante, porque como me dijo la gran Princesa Sigrid en mi muro del Facebook, las conversaciones de los dueños de los perrones, más allá del cotilleo sobre el vecindario y los temas propios de los canes, son una fuente inagotable de "sociologia popular", y eso, quieras que no, da ideas para postear. Y la verdad, en estos días de lavado de cerebro lo estoy comprobando.
Lo único que pasa es que la secta requiere mucho más tiempo. Antes, sacaba al perron en 30 o 35 minutos. Ayer estuve con la secta dos horas, porque luego se unió la Sra. Bedel. Y claro, me perdí el record del mundo de Usain Bolt en 200m. Gajes del oficio. En fin, aunque no lo quiera reconocer, ya estoy dentro. Peligro, hermanos y hermanas, Peligro :-)
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