23 junio 2012

Saltar la hoguera

Esta noche es la noche de San Juan. Como ya escribí hace algún tiempo, es la noche más especial del año. La noche más corta, la noche más mágica, la noche donde todo puede pasar, donde se mezclan las más bajas pasiones y se sobredimensionan las emociones, donde los sentimientos afloran y se liberan descontroladamente. Fiestas, risas, llantos, gozos, alcohol, verbena, chiringuitos, música, borrachera. Vida.


Imagen: Jose Pereira (Wikipedia)

Y se supone que hay que saltar la hoguera. Que el fuego nos purifique, nos proteja en una suerte de catarsis vital. Que seamos capaces de aceptar ese reto, ese riesgo, para que el solsticio de verano nos traiga ilusión, nuevas perspectivas y en último extremo, algo de felicidad.

A pesar de vivir desde hace más de 25 años en una ciudad cuyas fiestas se celebran en la noche de San Juan, y de estar muy vinculado a una provincia donde San Juan es sinónimo de fiesta y alegría, llevo muchos muchos años sin saltar la hoguera. Y no me refiero al hecho en sí mismo de saltarla o no, que no deja de ser una superchería más. Es más bien a la reflexión sobre lo que significa saltar la hoguera y al impulso necesario para comenzar un verano que sin duda será interesante y diferente.

Esta noche, después del partido, iremos a las fiestas, a la noche de San Juan, a tomar unas copas con los amigos. Y aunque no salte físicamente la hoguera, la saltaré.

PD: No se me ocurre una mejor banda sonora para este post que Noche del fuego, esta maravillosa canción de Radio Futura, los más grandes.

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