21 octubre 2008

La fatídica media hora

Todos sabemos que por la mañana, antes de salir al trabajo, el tiempo pasa volando. En mi caso no es que vuele, es que va reacción. Esa sensación pasa porque apuro mucho el momento de levantarme de la cama y, como no podía ser de otra manera, voy arrastrando las prisas hasta que salgo. En la ducha me suelo recrear un poco más (me gusta seguir mis rutinas de acicalamiento) pero es salir del baño y todo va a contrareloj. Ni siquiera desayuno en casa. No me da tiempo.

Y, en realidad, solucionaría este estrés solamente levantándome media hora antes. Podría incluso hasta desayunar sentado y ver los titulares de las noticias en la tele. Y cogería todos los buses con tiempo. Y no se me olvidaría nada nunca.

Que no se diga que no lo he intentado, me pongo el despertador y me duermo con el convencimiento que al día siguiente no habrá Gimkana mañanera, pero llega la mañana siguiente y siempre dices lo mismo: "uhm, me quedo un ratito más en la cama, que da tiempo de sobra". Y otra vez apurando, y otra vez vuelta a empezar.

Bonus: No quiero ni pensar como sería esto si tuviera lebreles ...

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