Se acabó el azul
Dentro de las teorías vacacionales hay una que, para mí, no admite discusión. Las vacaciones significan, básicamente, dejar de hacer caso al reloj.
En vacaciones el tiempo se mide de otra manera, tiene otros ritmos, otras cadencias. Los minutos ya no son importantes, los segundos ya no cuentan. Pero, cuando se acaban las vacaciones, la tiranía del tiempo vuelve con toda su crudeza. Rápido, rápido, rápido. Todo es para ayer, a todos lados vamos con el tiempo justo. Perder un tren es una tragedia y llegar tarde 15 minutos a una reunión un drama. En verano, el único horario que más o menos controlas es el del cierre de las terrazas o de la tienda para comprar el pan.
Por eso no creo que os cueste adivinar cual de mis dos relojes voy a dejar de ponerme hoy y cual me pondré mañana.
Para saber más de mis relojes, consultar aquí y aquí
PD1: Se acabaron las vacaciones. Fue bonito mientras duró. Mañana vuelven los problemas, las caras serias, la rutina por cuenta ajena. Esperemos que el aterrizaje sea suave, aunque la experiencia me dice que nunca lo es. Los que volvemos nos sentimos como Julia. Porque el verano, como mi reloj alegre, siempre será Azul.
Etiquetas: asfixia, el final del verano, reloj, trabajo, vacaciones
2 Comments:
Animoooooooooooooooo¡
Solo eso y ya es bastante, la vuelta a la rutina es como todos los lunes, cuanto antes se acaben mejor.
Puede que no te lo creas, pero yo también tengo un reloj azul, sumergible y de plástico para el verano.
Para superar la "reentre", suelo pensar en lo próximo agradable que tengo programado o inmediatamente empiezo a planificar.
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