En este mundo que nos ha tocado vivir hay de todo, como en botica. Hay gente buena, que merece la pena, buenos ciudadanos, personas cívicas y educadas, y luego hay gilipollas integrales. Desgraciadamente cada vez abunda más lo segundo y escasea lo primero. La crisis también se manifiesta de esta manera. Hay crisis económica pero también hay una crisis importante de valores. Hay mucha gente maleducada, cretina y estúpida. Y así nos va.
El caso es que el otro día me tope con otro gilipollas integral. Son legión. Resulta que estoy en la cola para coger el autobús a casa después de un día infernal de curro, y justo antes de subir la persona que iba delante de mí, un tipo que no conozco de nada, tendría entre 25 y 30 años, con un gorrito en la cabeza y poblada barba, se da la vuelta y me dice algo. Yo no me entero bien de lo que dice, me pilla de sorpresa, y le digo "¿perdón?", y va el tío y me suelta así muy serio "Tú tienes que pagar dos billetes para sentarte en el autobús no?".
Tardé dos segundos en reaccionar. En esos dos segundos valoré rápidamente si el sujeto podía tener alguna tara mental, lo cual serviría sin duda de atenuante, o simplemente era un gilipollas integral queriéndose hacer el gracioso con un desconocido. En el primer segundo descarté la opción patológica. En el segundo dos valoré si merecía la pena montar un Cristo o no. Si me lo dice con 20 años posiblemente lo hubiera montado, pero ahora no estoy para estas tonterias, estaba cansado de currar y sin ganas de nada que no fuera que arrancase ese maldito autobus y me llevara a casa lo antes posible. Así que opté por ponerle la cara de desprecio que se usa en estas ocasiones y contestarle "Si tú lo dices, figura, págame el segundo billete, porque yo siempre entro con el mío.". El tipejo dice un balbuceante "No se.", y se da la vuelta. Y ahí acabó todo.
Acepto que no soy una sílfide. Acepto que estoy nutro, lorzano, entradito en carnes o gordo sin más. Y acepto que ser gordo hoy en día no es un buen negocio social. No diría que hay una discriminación galopante, pero hay estigma. Algún niño en su tierna inconsciencia a veces me lo recuerda, pero no me molesto porque es un niño y todavía no tiene la maldad de callarse lo que piensa y luego reírse o mofarse a tus espaldas, eso ya se aprende de más mayorcito. Incluso acepto alguna broma más o menos bienintencionada de algún "amigo" con el tema cuando el alcohol nubla la hipocresía (solo los niños y los borrachos dicen la verdad). Pero que un gilipollas integral se meta con un gordo desconocido porque sí, porque le sale de los cojones, pues francamente, como que da bastante por saco, no ya por el gilipollas, que me la bufa, sino por pensar cuantos imbéciles de la misma calaña habrá sueltos por ahí, y te planteas porque hay que convivir con ellos.
Sin duda, es un problema de educación. Hay que atacar al gilipollismo integral.
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