Queridos Reyes Magos:
Yo como siempre a última hora, perdonad la tardanza en haceros llegar esta misiva. Aunque sé que en este momento estaréis muy atareados preparando la Cabalgata y eligiendo los regalos y juguetes en vuestros centros de abastecimiento, espero que podáis leer mis peticiones y hagáis algo al respecto para alegrarme este comienzo de año que, para ser sinceros, no ha empezado demasiado católico.
Podéis creerme, en 2006 me he portado bastante bien, como siempre. No he faltado ni un solo día al trabajo y todo lo que he ganado lo he dado en casa. Tampoco me he ido de putas con señoras de moral distraída ni un solo día ni he probado estupefaciente alguno. Sigo sin fumar nada y apenas bebo alcohol. Soy un hombre gris que paga sus impuestos , ayuda a los viejecitos a cruzar las calles y "apenas" se baja nada de Internet. Mentiras, las justas y necesarias. Y encima, nunca me quejo cuando me engañan, me minusvaloran o se ríen de mí por mi aspecto o condición. Como veis, soy un santo varón.
Por eso, y solo por eso, os pido que os estireis un poco más que en los dos últimos años, en los que, en honor a la verdad, no habeis estado muy espléndidos. En 2005 pedí un nuevo Chip vital. Vale, me habéis traido algo parecido, pero no habéis quitado de mi cabeza el otro chip, el desencantado. Ahora tengo los dos y no se si es peor el remedio que la enfermedad. Y hablando de enfermedades, en 2006 te pedí a tí, Melchor un poquito más de salud, y tampoco es que te estiraras mucho. Gaspar si que cumplió y me trajo a última hora un contrato indefinido, aunque no se lo que duraré en mi puesto de trabajo, por muy indefinido que sea el contrato. Baltasar también cumplió a medias, porque ella está aquí pero la veo poco, poco, poco ...
En definitiva, no os voy a marear. Simplemente quiero un regalo para este 2007: Cuarto y mitad de ILUSIÓN y un vaso MEDIO LLENO para poder bebérmela.
Muchas gracias por leer esta carta. Espero que vengais. Os tendré preparados, como siempre, los polvorones y el vino dulce en el balcón. Con todo mi afecto.
Jean Bedel