Deberes cumplidos y amaneceres
Cómo comentaba hace cinco o seis entradas, el mes de abril iba a ser de aúpa. Y no me equivocaba un ápice. No me lo han llegado a robar del todo, porque hemos podido desconectar un poquito algún día contado, pero la norma ha sido la esperada, trabajo, trabajo y más trabajo. Mis escasas cinco entradas en este blog en todo lo que llevamos de mes así lo atestiguan. Vale que últimamente escribo poquísimo, pero este mes me he superado. En las redes sociales siempre estoy, pero, si me seguís, también habréis notado el bajón. Es lo que toca.
Afortunadamente pudimos llegar a todos los deadlines, que no eran pocos, y por fin el pasado viernes acabó el suplicio. Contento por el deber cumplido y feliz por estar disfrutando de un finde de descanso. La perspectiva de la semana que viene, en principio, no es para nada mala, ya que tenemos en Madrid un superpuente de cinco días, y es bastante probable que me lo agencie, ya que nunca disfruto de ningún puente y ya toca, creo que me lo tengo más que merecido. Tenía algún plan de viaje para estos días pero, por circunstancias inesperadas de última hora, no va a poder ser. Una lástima. Intentaremos aprovecharlo de todas formas, ya veremos cómo.
Y la vida continúa. Vas cumpliendo tus obligaciones e intentas aprovechar los pocos momentos de descanso que surgen. Eso está muy bien, pero este invento llamado existencia tiene que ser algo más que cumplir obligaciones y descansar, tiene que ser algo más que poder llegar a fin de mes, pagar la hipoteca y sobrevivir a la crisis, tiene que ser algo más que salvar los muebles y moverse en zonas de aparente comodidad vital durante un periodo y luego volver a empezar. Una y otra vez.
Es lo malo del descanso. Que te deja tiempo libre para pensar. Y más un domingo a las siete de la mañana viendo amanecer delante de una taza de café y escuchando a los hermanos Auserón ...
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